DIAGRAMAS.

El sábado 8 de agosto se llevó a cabo el encuentro de ACA (Asociación de Artistas Contemporáneos) con el co-curador de la 7ª Bienal del Mercosur, Camilo Yáñez, y el curador invitado a esta misma, para desarrollar un proyecto específico, Mario Navarro. Estos encuentros prolongan el gesto analítico de su directiva, que se ha caracterizado por imprimir a las acciones del gremio aquel aspecto de más-que-gremio, que le permite participar en el debate público sobre el destino y fatalidad de la escena de arte chilena.

¿De qué hablaron Yáñez y Navarro? De un punto central: los diagramas de obra. De ahí parte todo. De cómo un diagrama de obra plástica opera como un núcleo generativo de iniciativas de acción curatorial compleja. No se trata de que ilustración de una tesis, sino del desplazamiento y conversión en acción institucional, de un modelo implícito en la obra de cada cual, en el sentido que una obra es un pensamiento objetualizado.

Camilo Yáñez propone un trabajo curatorial, como artista, que parte de su experiencia desarrollada en Matucana 100,  con la participación de Philipe van Cauteren, con quien montó Circuitos/Circuits y el Manifiesto de Santiago. Es de estas dos experiencias, entre las cuáles se planteó la evidencia de la intervención del centro cultural en la comunidad, que pensé de inmediato en uno de los trabajos radicales de esas muestras, cuando Juan Céspedes trabajó en la vitrina de una tienda de chucherías de decoración en la primera cuadra de Matucana. Los artistas se desplegaron por el barrio buscando hacer presencia indebida en locales comerciales de diversos rubros. El trabajo de Juan Céspedes consistía en colocar objetos similares a los expuestos por el comerciante, en una situación tal de proximidad que resultaba imposible determinar su proveniencia. Borradura total de los límites. Contradicción fundamental de la noción de intervención y su contrario, la reparación culpable que atraviesa los discursos institucionales acerca de la inutilidad del arte.

Mario Navarro desarrolló la hipótesis según la cual todos sus trabajos curatoriales provienen de una obra plástica anterior. Así, mencionó el proyecto Transformer, que elaboró para Matucana 100, con la complicidad de Camilo Yáñez. Ambos ya habían participado, en momentos diferentes, en la propia Bienal del Mercosur como artistas invitados. Pero ya Navarro había trabajado con Philipe van Cauteren en la Bienal de Fortaleza, antes de que éste pasara por Matucana 100, en su antigua época. Estamos, entonces, frente a un caso de complicidad formal que está teniendo efectos constructivos significativos. Desde Transformer, donde los artistas debían tener la lúcida habilidad de transformar las obras una vez por semana durante la duración de la exposición, pasando por Proyecto del árbol magnético, presentada como muestra individual en Valparaíso, hasta la propuesta de hoy, titulada para este efecto El árbol  magnético, señalan el valor que tiene el diagrama de obra en las hipótesis de trabajo curatorial, al punto de que es posible considerar estas iniciativas como obras institucionales.

De este modo, lo que queda por demostrar es la utilidad metodológica que imprime un tipo de relación entre artistas, a partir del respeto de estos diagramas. Yáñez apunta a recuperar el sentido crítico de las experiencias de residencia, mientras Navarro convierte un relato sobre el estatuto de la ilusión, en un instrumento de investigación sobre los límites de la curatoría como espacio de producción de conocimiento. Con una salvedad: Yáñez dejó a Bourriaud en el tarro de la basura y Navarro se puso a leer historias de charlatanes.

Lo primero significa  simplemente la recuperación de los viejos textos radicales dejados en el olvido por la industria de la gobernabilidad actual. Y claro, no era necesario bajar de Internet a los clásicos de las teorías post-coloniales, si ya teníamos la Pedagogía del Oprimido de Paulo Freire.

Lo segundo supone un recorrido sobre viejos textos eruditos al chancho que reponen a circular las teorías chantas del magnetismo de Messmer.

Estas dos cuestiones nos remiten a reconocer una sola sujeción: al diagrama.  Desde aquí, con Camilo Yáñez, se podrá entender la articulación, en esta bienal, de los programas de intervención educativa con los proyectos editoriales; con Mario Navarro, se entenderá la preeminencia del relato de obra como programa de confluencia de la energía invertida por los proyectos de artistas  invitados  por él a la excéntrica puesta en obra de El árbol magnético.

Para terminar, hay que retener dos cosas: primero, que son artistas que curan exposiciones; segundo, que las exposiciones que curan provienen del desplazamiento de sus diagramas de obra plástica.

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