LA LEY DEL MONO.

El mono me persigue. He logrado instalar el mono. La ley del mono. Gran invención chilena que oficializa las edificaciones suplementarias en una casa por la que se paga impuestos en función de un metraje inicialmente declarado. Gran parte de las ampliaciones carecen de permiso de edificación. Para evitar el bochorno de tener que ordenar la demolición, hubo una moratoria. Los propietarios debían apersonarse a los servicios municipales para regularizar la situación, trayendo un plano de las ampliaciones. Había que hacerlo firmar por un arquitecto, creo. Y así, el dibujo, el mono de la casa, era recepcionado.

El mono era el emblema del pintor que imitaba las cosas. El mono es un imitador de los gestos humanos. Pero hay un chiste en que un tipo se afeita y descubre que en el edificio de enfrente hay un mono que lo imita en todo. El tipo se moja la cara, el mono se lava la cara. El tipo se pone la espuma, el mono se pone la espuma. El tipo toma la navaja, el mono toma la navaja. El tipo invierte el filo de la navaja y se la pasa por el cuello, el mono lo mira y le hace una tapa. El pintor es como ese mono, que hace la tapa y revierte la situación.

En el MNBA está colgado el cuadro del Mulato Gil en que pinta una miniatura que reproduce la imagen de un mono con navaja frente a un espejo. Pinta, además, el reflejo del mono. Es la ley del mono en el cuadro, en los márgenes de este, buscando su regularización pictórica. Es una pintura osada en que el Mulato se las juega por entero. No hay otro caso de riesgo pictórico-político de esta envergadura en la pintura chilena. Lo que está puesto en escena es la dinámica del corte con la filiación y la fidelidad la Corona, en un momento de ascenso de las fuerzas de medio pelo que -a juicio de los detentores de La Ley- se asemejan en peligrosidad a un mono con una navaja en la mano.

En el Museo Allende, Daniel Hauser y Marie-Antoinette Chiarenza (RELAX), en el marco del proyecto DISLOCACIÓN, en uno de los mapas de referenciación, realizan un dibujo del mono con navaja que pudieron apreciar en un viaje anterior a Chile, en que visitan el MNBA para ver el cuadro como parte de su proceso de investigación para la producción de la pieza “La rueda de la fortuna”. El punto, en este sentido, es el rol que RELAX recupera para sí: un mono con navaja, es decir, que trabaja con argumentos o con historias amplificadas que se agregan a relatos oficiales, como en el caso de la Ley del mono, anteriormente mencionada. En este terreno, hay dos versiones: una, que trabaja la imagen del mono como una amenaza de corte; dos, que opera discursivamente con la figura del mono como exceso. En este caso, mediante un trámite de inversión gráfica se termina por legitimar, regularizar y legalizar, finalmente, un ilícito. Pero este ilícito se refiere solo a la carencia de una autorización emitida por autoridad competente, para edificar o completar una edificación. Que es, en cierto sentido, el rol del artista en situación de ocupación de zona, en que, conceptualmente, funciona con la hipótesis del “ocupa”, hasta que la autoridad estire la tolerancia que activa su presencia o ponga restricciones directas a la situación.

Lo anterior señala un punto muy importante en la recuperación de la estrategia de los ilícitos urbanos susceptibles de recibir gestos de regularización. Esto apunta a la perversión razonada de los servicios públicos, que aceptan la presencia de los ocupantes, casi como guardianes informales de sitios en cuya preservación gastaría recursos. De este modo, la autoridad reubica mediante compensación “negociada” a los ocupantes, al momento de definir el destino final del inmueble afectado. Con lo cual, los ocupantes entienden que la permanencia en ese lugar no ha dependido tanto de sus capacidades de movilización social, como de la desidia programada de los servicios públicos. Tal desidia, siendo un complemento de las formas de dilación política que están en juego en la administración. En este sentido, una situación de ocupación convertida discursivamente en conquista social, es inversamente proporcional a la desidia de los servicios, que en un momento determinado, no desean o no pueden ejecutar sus funciones porque han perdido la iniciativa. De todos modos, es la autoridad la que ha cometido grave daño a su propia probidad. El éxito de los irregulares urbanos se debe al manejo de sus demandas, ya sea por el lado de la recuperación política, ya sea por la pendiente de la desidia.

El mono con navaja concreta la figura de una amenaza simbólica decapitadota. !Justamente! En DISLOCACIÓN, el retrato tramado de Milton Friedman a cubierto las calles del barrio Lastarria, que en términos comunicacionales aparece como una zona de alta densidad legitimante, entre las vitrinas de The Clinic bar/tienda y Metales Pesados, haciendo la triangulación con Catedral. Milton Friedman está pegado en todos los muros y esquinas del barrio decisivo. El padre de los Chicago Boys ha visto su tradición decapitada por los bostonianos, en la prolongación del liberalismo responsable que edificó la Concertación siguiendo la estrategia de la Ley del mono; es decir, regularizando las ampliaciones conceptuales de un modelo que durante la propia dictadura no había logrado consolidarse. Veamos: es la Concertación la que proporciona al modelo neoliberal su consolidación definitiva. La cabeza de Milton Friedman está operando como un facilitador de corte de la tradición Cepaliana. Pero nadie se da por enterado. Solamente, las muestras de gratitud de Friedman ponen de manifiesto el valor que tuvo Chile como espacio de ensayo informal inicial, de unas hipótesis que solo pueden ser implementadas gracias a una fuerza armada “sustentable”. Al final, las disputas académicas, entre Chicago y Harvard, las resuelven los militares, pero quienes recogen el efecto mayor son quienes pueden sostener la paciencia de recomponer el poder de ejecución de los cambios mayores. La Ley del mono opera, en este terreno, como la capacidad chilena de compartir legitimidad en lo relativo a un cierto tipo de ilícitos que, en las formas de socializar la discontinuidad, terminan por afirmar la continuidad del sistema que los habilita.

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