En el marco de DISLOCACIÓN, la muestra curada por Ingrid Wildi, Thomas Hirschhorn ha montado en GalerÃa Metropolitana, Made in Tunnel of Politic, una pieza que resume el carácter del proyecto: una camioneta doble cabina Ford Ranger cortada a la mitad y vuelta a ensamblar, pero levemente corrida y pegada con cinta de embalar.
De partida, la pieza está expuesta en una galerÃa que funciona en una edificación cuyo primer destino era un garage mecánico. La pieza de Thomas Hirschhorn responde a la interpelación implÃcita de la propia galerÃa, como un sucedáneo de taller de mecánica general del arte. El léxico desde el que la galerÃa sostiene su programa abunda en referencias de fuerte arraigo barrial; un taller mecánico, de manera análoga y cercana a un almacén esquinero, ejerce funciones de centro cultural. En este caso, el modelo de gestión implÃcito precede a los proyectos de infraestructura manifiesta. De hecho, a instancias de la GalerÃa Metropolitana, Thomas Hirschhorn sostendrá una conversación con el mecánico encargado de realizar el corte y habilitar el descalce de las partes. El mecánico tiene por objeto de su trabajo, reparar la máquina. La palabra reparar, en general, se refiere principalmente a las condiciones de funcionamiento y de movilidad. No le ha cabido hacer ingresar el vehÃculo a la sección de desabolladura, porque lo que le han solicitado ha sido ejecutar un corte limpio. En sÃntesis, Thomas Hirschhorn ha ejercido como un jacobino, al decapitar la disponibilidad del cuerpo mecánico.
Hace unos cuantos años he formulado la siguiente hipótesis: cada época posee el cuerpo mecánico que se merece. Este era un enunciado que provenÃa de los estudios ya yo habÃa realizado sobre los significantes mecánicos de la polÃtica. A saber, Citroneta y Renoleta, para hacer referencia a la mecánica reparatoria de la democracia expandible. De modo que en un viaje a Santiago, Thomas Hirschhorn descubrió la circulación de las Ford Ranger, en la zona sur, como un sustituto de gabinete.
Vamos viendo: gabinete de familia y gabinete de trabajo. Sabiendo, además, que en el léxico medial de nuestra infancia, la palabra ranger está asociada a dos operaciones imperializantes. Por un lado, los rangers son aquellos infantes que ocupan el territorio de las aldeas vietnamitas y realizan las operaciones de limpieza. Por otra parte, ranger era el nombre de los militares que diezmaron la columna del Ché. Entonces, la re/semantización de la polÃtica opositora durante la dictadura hizo posible la limpieza de un modelo adjetivante del nombre Ford, asociado a las operaciones de limpieza que el imperialismo realiza en las ciencias sociales, para hacerlas admisibles y gobernables, en su fase de des/marxistización definitoria. La democracia recompuesta de los años noventa no fue más que el ensamblaje de una dislocación constitutiva de los discursos que han fraguado los pactos de simulación y manejo de las vulnerabilidades sociales.
Habrá que preguntarse por el significante mecánico que corresponde a este perÃodo. De todos modos, el tÃtulo de la pieza apunta a concebir la dislocación como una fabricación que solo puede ser factible en el “túnel de lo polÃtico”. En inglés Made in Tunnel of Politic. Puede querer decir, Hecho en, pero reemplazando el lugar territorial, por un desplazamiento conceptual que apunta a designar la sustentabilidad simbólica de la propia designación: el túnel de la polÃtica; que es lo mismo que leer “la polÃtica (esta polÃtica)”, como una boca negra, donde solo se percibe el contorno de su acceso (la boca del túnel), pero jamás se accede a percibir la luz del extremo (el final del túnel). Pero también, el túnel alude, a la ficción televisiva del “túnel del tiempo”, en que quienes atravesaban el umbral podÃan regresar a su antojo para vivir momentos significativos de la historia, poniendo en cuestión la relevancia del visitador cuyo testimonio no podÃa ser otro que el relato del calce entre el presente y el pasado, a riesgo de caer en los efectos narrativos de Bradbury. Lo único que creemos saber es la peligrosidad de regresar, en el tiempo; por ejemplo, a la Unidad Popular, que coincide temporalmente con la persecución al Ché y las limpiezas en la selva mediante el uso del Agente Orange, que era un poderoso desfoliador.
La pieza de Thomas Hirschhorn cae -se instala- en medio de un debate acerca del des/coyuntamiento del arte chileno. Las antiguas nanas de origen rural hablaban de que los huesos se “desconchavaban”; es decir, que se salÃan de la concha. En términos estrictos, se “salÃan de madre”. Hay discursos que abandonan, rápido, la cuenca semántica que determina las filiaciones, olvidando la sobredeterminación de la Fundación Ford en la limpieza conceptual que sobrevino modificando grandes acumulaciones de masas textuales.
Asà como Eugenio Dittborn sostiene que en su obra lo polÃtico se verifica en el pliegue, Thomas Hirschhorn determina que lo polÃtico de esta pieza reside en la zona del ensamble de las partes dislocadas del vehÃculo y pegadas con cinta de embalar. La cinta posee una capacidad que ya han advertido sus crÃticos: la superficie plana, por adjunción, tiene la aptitud para modularse; es decir, hacerse relevante como volumen. Cuando a un coche se le rompe la cerradura de la cajuela, el conductor la fija a su emplazamiento mediante la aplicación de cinta de embalaje, como si sometiera el cuerpo mecánico a una operación de vendaje primitivo. La cinta fija la tapa de manera provisoria, pero que se vuelve permanente. La polÃtica reside en esa conversión condensada, en que la cabina del vehÃculo, en su condición de gabinete, comparte el destino de los grandes paquetes que requieren un sellado especial. La cinta de embalaje permite un sellado confiable de paquetes que han sido mal concebidos para sostener la carga que contienen. El continente, por hablar asÃ, resulta ser más frágil que su contenido. Vale decir, en la Ford Ranger, el continente pasa a ser el contenido de la propia dislocación funcional del objeto, que se “sale de madre” para expandir su condición de vehÃculo “desconchavado” y poner en tensión la noción de adherencia de los conceptos.
En algún lugar he escrito que la historia de los conceptos es la historia de su transporte. Esta pieza instala el problema de la merma que experimenta el vehÃculo de transporte en su movilidad. Del mismo modo, las operaciones de lectura de los artistas señalan una merma metodológica deseada, que garantiza la exigencia formal que la obra formula a la teorÃa social y a la pragmática de la gobernabilidad.