En noviembre del 2001, en un coloquio realizado en Santiago de Chile, Marcelo E. Pacheco [i] recogÃa –desde su perspectiva- la distinción servicio/infraestructura del modo siguiente: “A diferencia de lo que ocurre en los paÃses del norte, la práctica curatorial en América Latina y las curadurÃas de arte latinoamericano, deben actuar en un espacio de mayor responsabilidad para la lectura y análisis de sus propias producciones culturalesâ€. Y agregaba: “Dentro del panorama actual de debate sobre las cuestiones metodológicas y epistemológicas de la acción curatorial muchas de las aproximaciones aquà planteadas corresponden a las ideas desarrolladas por Justo Pastor Mellado, Luis Enrique Pérez Oramas y este autor en el simposio “Representing LatinAmerican / Latino. Art in the New Millenium: Curatorial Issues and Propositionsâ€, The University of Texas at Austin, octubre 1999â€.
Me parece de justicia mencionar las situaciones de enunciación de estas hipótesis, con el objeto de señalar que  curador no designa un concepto estable, sino que describe una categorÃa de operador que está determinada por la fortaleza edificatoria del trabajo de historia en cada escena local.
Marcelo E. Pacheco, en el texto ya referido, incluye un rasgo capital para comprender el carácter de la coyuntura abierta por diversas exhibiciones que han tenido lugar en el último quinquenio: “En este escenario la antinomia inicial historia del arte vs. práctica curatorial comienza a deslizarse en varias direcciones. No se trata de un reemplazo de lo viejo por lo nuevo, ni de una disciplina por otra más joven. Tampoco se trata de un traspaso de funciones, sino de un orden nuevo en el que la historia del arte como tal todavÃa no encuentra su posibilidad de eliminar viejos mandatos, mientras la práctica curatorial parece dispuesta a aceptar el desvÃo de escrituras y narraciones desprejuiciadasâ€.
Lo que Marcelo E. Pacheco pone en relevancia Es el hecho que en una formación artÃstica, la falta de historia –retraso metodológico- habilita el efecto causado por la inflación del rol ejercido por el periodismo de arte. Esto ocurre en escenas en las que la práctica de historia del arte no está suficientemente consolidada en el aparato universitario (garante de la producción de conocimiento), de modo que el discurso garantizador de los periódicos pasa a ser considerado como “discurso de la historiaâ€. Es decir, a falta de vigilancia teórica, el discurso periodÃstico se excede en la instalación de una consistente “sordidez epistemológicaâ€, que afecta gravemente la percepción social del trabajo de historia.
En este sentido, las curatorÃas de servicio no harÃan más que reproducir las condiciones de fragilidad de las formaciones artÃsticas “nacionalesâ€. Lo que hace falta Es el montaje de operaciones de producción de infraestructura, porque permiten la habilitación y la legitimación de conocimientos que, a su vez, serán convertidos en complejos dispositivos de expansión de influencias sociales especÃficas. En cada formación artÃstica, en cada región, dependiendo de la consistencia de sus instituciones museales, habrá la posibilidad de realizar un diagnóstico de las necesidades de inversión en infraestructura.
Cuando hablo de infraestructura me refiero a algo más que una edificación: se trata de la habilitación de dispositivos de recolección y de inscripción, tanto de obras como de fuentes documentarias, destinadas a reducir el retraso del trabajo universitario en historia del arte, respecto de la inscripción transversal del conocimiento producido por el arte contemporáneo, en sentido estricto; esto es, aquel arte, aquellas obras que proporcionan el diagrama de acceso al retraso analÃtico de las historias locales. Necesidad, en nuestra región, de realizar los estudios comparativos que recojan el diagnóstico del estado de la disciplina, pero en el terreno de su cartografÃa epistemológica. En este punto, recupero la experiencia de CartografÃas, la exposición de Ivo Mesquita, porque el diagrama de las obras por él consideradas es el que proporciona los indicios que permiten la interpelación, tanto de las historias retrasadas como de los discursos de servicio.
A tÃtulo puramente ilustrativo de mi hipótesis, recupero tres artistas de dicha selección, hilvanados en torno a esta misma palabra: hilván, que remite a costura, a delimitación de un objeto vestimentario; finalmente, a la representación problemática de la corporalidad.
¿Qué es lo que “hace problema†en esta representación? Hacer problema: indicar el punctum del complejo analÃtico dibujado (prefigurado) en la obra. Por dibujo, aquÃ, se entenderá la representación gráfica de una escritura inconciente (de obra).  En este sentido, el tÃtulo del proyecto de Ivo, CartografÃas, se referÃa a la letra arcaica marcada por los itinerarios de deseo de arte latinoamericano, abriendo y acrecentando la cuenca semántica de su inscripción contemporánea; es decir, en el borde revertido de la última década. Letra que señala el blasón de cuerpo, que indica la imagen parlante, por decirlo de algún otro modo, en que el sujeto de la enunciación institucional está obligado a reconstruir la necesidad conceptual de su aparición. Entonces, el curador como productor de infraestructura es aquel que debe subordinarse a este objetivo de recuperación del sÃntoma; de las obras como sÃntoma de las identificaciones en curso, inscritas sobre una trama estratificada de determinaciones orgánicas, musealmente determinadas. Justamente, porque en el nacimiento de nuestras repúblicas, la necesidad de escribir el cuadro de las vegetaciones nacionales tenÃa que ver directamente con una estrategia cientÃfico-militar de cuya eficacia dependerÃa la edificación del Estado. Entonces, las curatorÃas de servicio se caracterizarÃan por reproducir hoy dÃa, el darwinismo museal que sostenÃa las estrategias de consolidación originaria de los sujetos que durante el siglo XIX tuvieron el privilegio de convertir sus deseos privados en polÃticas públicas.
NOTA:
[i] Marcelo E. Pacheco, Campos de batalla… Historia del Arte vs. Práctica curatorial , Ponencia Simposio TeorÃa, CuratorÃa, CrÃtica, Pontificia Universidad Católica de Chile, Santiago de Chile, 12, 13 y 14 de noviembre de 2001.