DIBAM: Memoria Dura

No guardo la menor simpatía política por Nivia Palma. Administró el Fondart, en un sentido literal. O sea, fomentó la hegemonía del “arte del formulario”. En cambio, la DIBAM, parece CONDUCIRLA. Su discurso en la mesa redonda sobre Patrimonio de la III Convención de Cultura fue decisivo. Fijó y delimitó un campo de discusión que el propio Consejo Nacional de Arte y Cultura no pudo realizar, al elaborar las pautas para el trabajo “de comisiones”. En el fondo, lo que Nivia Palma planteó fue que la DIBAM, desde su nacimiento, si hay algo a lo que ha destinado sus esfuerzos, ha sido al patrimonio.

Otra cosa es que se hayan levantado, con razón, voces críticas contra la DIBAM. Desde hace más de una década. Pero cuidado: es fácil atacar el único lugar que garantiza una reconstrucción plebeya y republicana del patrimonio, a partir de “datos duros”. ¡Ah!, los documentos siempre son “duros”.

De ahí que todo lo patrimonializable que se haga desde fuera de la DIBAM parece destinado al éxito programático. Las misma condición del “documento” ha sido modificada para satisfacer las nuevas peticiones de ampliación, al punto que asistimos a la apertura de una furia patrimonial.

Es como si se sostuviera que, en el terreno del patrimonio, ¡todos contra la DIBAM! Pero la DIBAM es como la Dirección de Infraestructura de la “cultura chilena”. Esta es una cuestión que no se considera, de modo suficiente. Por cierto, no debía ser considerado al momento de pensar un Ente de Cultura, que no ha hecho más que extender su propio concepto de Extensión Cultural.

Lo que ha hecho el CNCA para pavimentar su instalación ha sido renovar la pragmática de la “extensión cultural”, acelerando su expansión hacia la totalidad de su retícula administrativa. Por eso, en cuestiones de patrimonio tiene asegurado un éxito blando. Ya sabemos que “cultura” y “patrimonio” designan nuevos yacimientos de empleos para profesionales ascendentes, que no están dispuestos a “esperar” en el marco de una “carrera funcionaria”. Lo moderno en gestión es desmontar esa noción de carrera. Hacerlo en la DIBAM era difícil. Hacerlo en el Departamento de Cultura del MINEDUC no era suficiente. Se requería de un nuevo soporte para abordar “nuevos desafíos”.

Se sobreentiende que hay aspectos del patrimonio que la DIBAM no ha abordado. No se desea entender que ha habido voluntad política para impedir que lo abordara. Nadie ha estado dispuesto a asumir dicho costo. Por eso, DIBAM ha construido su percepción de monumentalidad burocrática. Sin embargo, es muy probable que se justifique su conversión en entidad autónoma del MINEDUC. Tiene de sobra para ser ministerio. Y experimentar, por lo tanto, una reingeniería del concepto “bibliotecas-archivos-y-museos” en Chile, como Infraestructura de la “cultura chilena”. Lo vuelvo a repetir.

En el trabajo de comisiones, de acuerdo a la pauta, había que referirse a la formación de archivos regionales. ¡Pura expresión de deseo! ¡Irresponsable, por lo demás! No había señalamiento de estrategias de acopio y de puesta a disposición de la ciudadanía de las informaciones sobre el propio desarrollo regional. ¿Qué hacer, con las memorias ministeriales en región?; ¿qué es lo archivable y comunicable?; ¿acaso la memoria de las pragmáticas ministeriales no constituyen una memoria institucional activa?

Nivia Palma citó profusamente unos textos de Fidel Sepúlveda. En este contexto, hay que leer estas citas como una afirmación de voluntad política que puede transformarse en una advertencia al CNCA desde la DIBAM. Señaló que no puede haber una política del patrimonio, sino una pluralidad de construcciones que apelan a la diferencia de estrategias de afirmación identitaria. Lo que implica postular la activación de las memorias plebleyas del patrimonio.

Lo que hizo fue anunciar la lucha que se viene encima en este terreno, a saber: “todo es patrimonializable; pero hay algunas cosas que son más patrimonializables que otras”. Que es una nueva versión del principio “todos somos iguales, pero hay algunos que somos más iguales que otros”. Es decir, que ya ha habido una decisión política anticipada y que no ha sido declarada, sobre qué tipo de política de patrimonio construir.

Lo que Nivia Palma dijo fue que ya ha habido un pensamiento chileno de la recuperación patrimonial, en un sentido que no parece ser el mismo que sostendría, lo escribo en condicional, el propio CNCA. Quedando en claro que así como DIBAM posee memoria dura de si misma, el CNCA carece de memoria. No por su reciente instalación, sino porque en el procedimiento de su propia instalación como ente, ha sido concebido como una fuga obsesiva de la autoreferencia, en un sobregiro constante de su propia arbitrariedad discursiva.

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