De la Casa Rota a la Casona

En estos días, tan proclives a la “estetización” de las migraciones, Carlos Runcie Tanaka concluye su exposición en el Museo de Arte del Centro Cultural de San marcos (Lima). 


Su apellido paterno es de origen escocés proveniente de Jamaica; su apellido materno es de procedencia japonesa. Su abuelo llegó al Perú en 1924 y ejerció una fuerte influencia en su nieto. A tal punto que luego de iniciar estudios de filosofía, carlos Runcie Tanaka los abandonó para iniciar un viaje de regreso al Japón, donde se instala durante dos años en unas montañas lejanas, para vivir y aprender en los talleres de antiguos maestros ceramistas. 



Una de las tareas más importantes de esta formación, con maestros tales como Tsukimura Masahiko y Shimaoka Tatsuzo, consistía en acudir a los ríos montañeses para rastrear las vasijas antiguas rotas por el fuego y arrojadas al agua por alfareros del período Momoyama, pare ser recuperadas como preciados fragmentos, con el objeto de conocer los tipos de quema y las composiciones.


Este relato le quedó resonando a Gustavo Buntinx, cuando empezó a concebir la curatoria de la exposición de carlos Runcie Tanaka. Este había guardado unos restos, prácticamente, como si fueran amuletos. Pero lo que amarró su diagrama fue una pieza que descubrió en el taller de Runcie tanaka: una bola de arcilla, de unos sesenta centímetros de diámetro, a la que la han sido incrustados restos quebrados de cerámica utilitaria, formando una superficie extremadamente irregular, aunque manteniendo su forma. Buntinx descubrirá catorce piezas de este tipo, guardadas en los estantes del taller. De ahí provendría el titulo de la muestra: Sumballein, antología rota de carlos Runcie Tanaka (1978-2006).


Buntinx se refiere en el catálogo de la muestra a la etimología de la palabra símbolo: “con ella los antiguos aludían a la identidad surgida del acto de juntar o reunir los fragmentos de un objeto previamente fracturado para facilitar el reconocimiento mutuo de quienes custodiaban sus partes”. Y agrega: “Modernidades truncas, tradiciones rotas, comunidades hechas pedazos. Y sin embargo recompuestas en la dolida dimensión utópica de estas piezas”.


Pues bien: en el centro Cultural de San marcos tuvo lugar una de las sesiones de la Comisión de Verdad y Justicia. Se ha iniciado una campaña para deslegitimar su trabajo. Buntinx consideró un deber poner en relación los restos quebrados en la obra de Runcie Tanaka con las identidades rotas consignadas en el informe de la Comisión.


En esta exposición, una de las piezas más significativas ha sido aquella, en que una vitrina de las que se emplea para exhibir mantas pre-hispánicas en un espacio museal, fue llenada con restos de cerámica utilitaria rota.Pero a diferencia de las bolas de arcilla, esta vitrina contenía en sus monumentales dimensiones, miles de fragmentso y hacía de ellos una pieza única.


En el marco institucional de la exposición, Runcie Tanaka realizó el gesto de cierre de su primera formación como ceramista en los ríos de las montañas japonesas.  Esta ha sido una historia de migraciones rotas, recompuestas por un mobiliario museal peruano, pensado para acoger restos de tejidos; o sea, restauraciones de tramas. Y la exposición tiene lugar en un museo cuya edificación ha sido, también, recompuesta.


Buntinx ha terminado una gestión de cinco años a la cabeza del Centro Cultural de San marcos. Trabajó sobre restos. A partir de restos. Recomponiendo redes. Restaurando hilvanes. Montando ficciones destinadas a producir escena. Ha sido, en Lo Real, una Curador de Infraestructura; es decir, de esos que han hecho avanzar el trabajo de historia. De ahí la complicidad formal, a nivel de los procedimientos, entre la obra de Runcie Tanaka y Buntinx: ambos trabajan con restos de vajilla rota. Siendo aquí, la palabra vajilla, una palabra-valija que sirve, en este caso, para designar la casa rota. Al Centro Cultural de San marcos se le identifica con el nombre de La Casona.

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