El Viaje a la Feria de Buenos Aires como Factor Dinámico en el Funcionamiento del Sistema de Arte Local

La feria de arte de Buenos Aires fue declarada, hace un tiempo, como un acontecimiento de interés cultural de la ciudad. Se cuentan por miles los visitantes internos y externos que asisten durante cuatro días a los diversos eventos que se organizan.

Por cierto, una feria es una feria; es decir, un evento que reune a un conjunto de galerías cuya presencia determina el estado del mercado de arte en una coyuntura determinada. Hay que preguntarse cuál puede ser el atractivo para coleccionistas, galeristas, artistas y estudiantes de arte asistir a ArteBA. Justamente, el Centro de Estudios Universitarios – UNIACC – se planteó conducir a un grupo de coleccionistas con el objeto de conocer de manera especial algunas de las colecciones de arte argentino contemporáneo más significativas. Esa ha sido la mejor manera de aprender, intentando responder a la pregunta “¿cómo coleccionan los otros?” a partir de la visita directa a sus colecciones. La época de realización de la feria facilita estos contactos. En esta ocasión, el grupo de coleccionistas conducidos por Pabla Ugarte y Justo Pastor Mellado pudieron visitar las colecciones Liprandi, Bruzzone, Cristina Guzmán y Marion Epingger.

Sin embargo, la visita a las colecciones no podía estar separada del recorrido por dos galerías ejemplares de la escena porteña; a saber, Ruth Benzacar y Dabbah-Torrejón. Lo que importaba, de este modo, era señalar un rango sobre el estado del coleccionismo privado en la Argentina, así como conocer el funcionamiento y opciones formales de dos galerías que en su terreno marcan un rumbo.

Estos dos elementos no son más que un botón de muestra de las preocupaciones del área de artes visuales del CENTRO DE ESTUDIOS UNIVERSITARIOS, en la perspectiva de producir conocimiento sobre el estado actual de las “economías del arte” en la escena chilena.

Una vez en la feria, los coleccionistas visitaron los diversos stands montados por las galerías chilenas. Nunca antes había habido una presencia de tal envergadura. Las galerías, en número de seis, no solo presentaron una muestra de sus selecciones de artistas nacionales, sino que se caracterizaron por abrir el juego y exponer a artistas de otras nacionalidades. Fue muy bien visto por la crítica el que galería AFA fuese chilena y asistiera a una feria argentina llevando artistas peruanos. Los coleccionistas peruanos recogieron este gesto y prometen, bajo los auspicios del CEU, organizar un viaje especial a Santiago de Chile en enero del 2008, para conocer galerías y visitar talleres. Del mismo modo, Galería Animal incorporaba a su exhibición artistas rosarinos.

No cabe duda que son pequeños detalles sobre los que no se debe tener una mirada complaciente, sin embargo, resulta muy clarificador que en el sector llamado Barrio Joven destinado a experiencias emergentes de galerismo, dos galerías chilenas –Traschi y Container- demostraran con rigor el estado de unas propuestas cuya visibilidad fue reconocida de modo contundente.

Ciertamente, es tan solo una feria. Y con esto debiera ser suficiente para hacer comprender que la circulación exterior del arte chileno depende de la instalación de una hipótesis sobre su “exportabilidad”. Es preciso que desde el emprendimiento privado sea posible sostener iniciativas de puesta en circulación que se traduzcan al mismo tiempo en iniciativas de importación; es decir, que una escena muestra su fortaleza en la medida que construye condiciones de acogida de otras experiencias, en proporción directa con su deseo inscriptivo.

Que nadie se confunda. El reconocimiento del arte chileno es possible solo si se monta una ficción de exportabilidad, que cumpla con las reglas del espacio económico del arte. Por eso resulta reductivo hacer chistes acerca de tratar la circulación del arte como si fueran salmones, kiwis o vino. Se trata, por el contrario, de promover estudios sobre comportamiento de mercados, pero sobretodo, de consistencia de las ofertas en un mercado mayor. Es preciso saber cómo funciona y cómo el arte chileno se mueve en el mercado real.

Decir mercado real puede parecer un eufemismo. Es preciso entender el término de modo no restrictivo, para poder dimensionar el rol que en ese mercado global cumple, tanto el mercado editorial (revistas, libros, catálogos) como el mercado de enseñanza superior de arte (escuelas de arte como factor de empleabilidad).

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