BALANCE CHILENO EN ARTEBA.

La presencia chilena en ArteBA contemplaba  tres plataformas: las  galerías, ACA y la Trienal.  Nunca antes el galerismo se había presentado con un tal grado audacia en su propuesta. Independiente del resultado comercial, los galeristas  formularon un nivel de respuesta marcado por obras cuya selección demuestra que han realizado una lectura adecuada aceca de lo que ArteBA puede esperar de la presencia chilena.  Sin embargo, la paradoja se instaló de  modo  sorprendente, en la medida que en esta versión quedó diluida toda posibilidad de apuntalar la hipótesis sobre la existencia de un “nuevo galerismo” en Chile. Definitivamente, no lo hay.  Lo que hay, ahora, son las supuestas antiguas galerías que han resuelto hacer su negocio.  Si no se puede exhibir un modelo de  negocios de nuevo tipo, al menos  se puede especular con unas propuestas que responden a las expectativas de la escena de arte de Buenos Aires. Los coleccionistas chilenos viajan a ArteBA y adquieren importantes piezas, porque su decisión, en ese lugar, en el contexto de negocios que la feria ofrece,  fortalece su efecto  porque  acarrea consigo  un valor  simbólico agregado.  Los galeristas  del “nuevo galerismo”  fueron igualados por la oferta del galerismo clásico. En síntesis, se puede afirmar que cada cual hace su trabajo, dentro de los standards que estábamos esperando.

La plataforma de ACA fue de una precisión excepcional. El stand, organizado visualmente como centro de documentación y  set de grabación, contuvo la exhibición de la mayor colección de catálogos de arte chileno que se haya visto  en Buenos Aires y sirvió de escena para la grabación de un programa de conversaciones entre agentes binacionales.

En relación a esto último, menciono solo dos ejemplos que permiten hacerse una idea de lo allí realizado. Gabriel Peluffo (curador uruguayo) y Sergio Parra (editor chileno) discurrieron largamente sobre cuestiones de formatos editoriales en lo relativo a la puesta en escena de la escritura sobre arte.  Es conocida la preocupación de editorial Metales Pesados por la puesta en circulación del discurso crítico chileno. Peluffo, por su parte, instalaba la dimensión crítica de la edición de las actas de los encuentros de arte contemporáneo de Montevideo, de los que es el curador.  Peluffo, al  mismo tiempo es el curador de  la exposición de arte latinoamericano que, en el marco de la Trienal de Chile, ha otorgado una importancia capital a la exhibición de archivos claves del arte latinoamericano.

En medio de esta conversación, apareció sorpresivamente en el espacio, Liliana Porter, quien fue amablemente arrinconada e incorporada a la escena. Y fue un momento de total sintonía con Peluffo, en un intercambio de observaciones que la llevaron a citar  las incidencias programáticas del  New York Work-Shop, a fines de los años sesenta.,para el desarrollo del grabado desplazado y de la objetualidad, entre nosotros.

No dejó de ser emocionante el momento en que artistas chilenas, convertidas súbitamente en groupies, se abalanzaban sobre Liliana Porter para saludarla y decirle, simplemente, “gracias a usted yo soy artista; gracias a su trabajo”. En verdad, estas son cosas que hay que decir, a riesgo de ser objeto de la risa de los colegas. Liliana Porter estuvo en Chile en 1969 exponiendo en el MNBA unos trabajos que anticipan todo lo que vino después, pero nadie ha querido reconocer.

En el marco de estas conversaciones, capital importancia adquirió el encuentro entre Ximena Zomosa y Patricia Hakim, porque la primera  se vio enfrentaba a una interpelación fraterna de parte de la segunda, que se saldó en que Balmaceda 1215 tuvo que plantearse como una ficción de formación, en una escenario internacional, en que el solo enunciado de sus proyectos lo compromete  a sistematizar su encuadre. ¿Cuál  sería el efecto de carambola? Patricia Hakim  animará las clínicas de obra que en el marco de la Trienal de Chile y la Octava Mesa de Artes Visuales serán realizadas en la ciudad de Concepción.  He aquí un caso de construcción y fortalecimiento de escena local que obliga a Balmaceda 1215 a precisar su guión de inscripción como experiencia de trabajo. Estos son los efectos impensados que generan acciones como las de ACA en ArteBA.

En síntesis, el galerismo auto-exigido y una asociación gremial que se comporta como centro de arte móvil  aseguran una presencia digna y cargada de compromisos en lo que a trabajo de inscripción del arte chileno se refiere.  No hablaré de la presentación oficial de la Trienal de Chile en ArteBA, a la espera de que aquellos que han hecho carrera en coloquios y organismos internacionales con  la popularización del género discursivo de  “arte y política” digan lo suyo.

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