¿Ferializar la Bienal?, ¿Bienalizar la Feria?

 

Antes de salir para ArteBA me escribió un conocido gestor de espacios independientes para felicitarme por el texto que escribí sobre Lisette Lagnado. Sin embargo era una congratulación por anteposición, a través de la cual ponía en duda mi capacidad de sostener un discurso de defensa ética en Buenos Aires. Ya que se trataba de una feria, estaría condenado a satisfacer las demandas no éticas del mercado. De paso, pondría en entredicho mi propia posición en la escena interna. Este tipo de juegos a los que ya estoy acostumbrado a resistir, no colaboran en nada con la petición de consistencia del sistema de arte chileno.

 

 

 

Menciono la palabra sistema para repetir el abc de la institución artística. No es posible sostener un debate con semejante nivel de prejuzgamiento y desinformación. El sistema de arte está formado por diversos agentes, cada uno de los cuáles debe ejercer su función. Resulta deseable que los agentes del sistema dispongan de un poder razonablemente dimensionado para impedir de este modo el dominio exclusivo de uno de los agentes por sobre las acciones del resto. Si no existe una fuerte institución de historia del arte resulta evidente que la prensa de masas en su discurso literal terminará por instalar su “escritura de la historia”. Una situación similar podría ocurrir con un coleccionismo privado de pintura clásica chilena cuyo peso pudiera ser mayor que el de las colecciones públicas, al punto de ejercer una presión implícita en los modos de acceso a información de campo. Del mismo modo, resulta complejo sostener un discurso de independencia y autonomía cuando las iniciativas de agentes artísticos dependen de financiamiento de agencias estatales.

A lo que voy es al hecho muy simple que nuestros agentes confunden el rol y estatuto de las ferias con el rol y estatuto de las bienales; reproduciendo además el maniqueísmo entre institución académica y mercado. Todo eso los desfavorece impidiéndoles participar en un debate real sobre el desarrollo de su propio campo.

Una feria es una feria; una bienal es una bienal. Hay ferias que adquieren rasgos de bienal, como producto de una elaborada política de mercadeo. Hay bienales que ya se parecen a ferias, por el desmontaje de sus opciones fundamentales en el armado de campo. De este modo, podemos señalar que hay ferias que se han propuesto destituir a las bienales, pasando el galerismo a ejercer funciones curatoriales de servicio de los mercados globales. No estamos en ese nivel en nuestra escena. Tampoco el coleccionismo ha demostrado ejercer practicas de manejo doloso de mercados. No hay mercado consolidado interno, de manera que la amenaza de dichas prácticas no son más que amenazas.

Sin embargo, ese es un fenómeno en que la bienalidad podría cooperar por su destierro. A saber, contrapesar el impulso voraz de los grandes agentes de financiación que, en términos estrictos, no solo ejercen una censura blanda al fijar el horizonte de lo financiable, sino que postulan criterios curatoriales en función del monto de las carteras que manejan. La bienalidad podría, por ejemplo, ser el dique para contener la voracidad de los nuevos agentes de financiación. Para ello, debiéramos al menos disponer de un análisis más acabado, más fino, de la singularidad de las fieras de nuestra región.

¿Qué ocurre cuando en el seno de una feria como ArteBA se promueve el debate sobre los efectos públicos del coleccionismo privado? No solo se plantea la inevitabilidad de la intervención del sector privado en la negociación social general sobre cuestiones de desarrollo del campo, sino que se hace una advertencia al Estado en relación a la imposibilidad de su desestimiento en estas materias. Esto es como “l’arroseur arrosé” de los hermanos Lumiere.

Las ferias poseen una función de aceleración del espacio interno, en dos terrenos conectados: coleccionismo regional y galerismo regional. Una de las características más decisivas de una zona como Barrio Joven en ArteBA, ha sido la de promover iniciativas locales de desarrollo mínimo para sostener prácticas de circulación. En la consolidación de las iniciativas regionales de circulación de obras se juega la fortaleza de los sub-sistemas regionales de arte. Es tan sencillo como eso. Más aún cuando es en regiones que tienen lugar las experiencias de autonomía e independencia de artistas, que buscan por sus propios medios resolver la carencia de intervención institucional. Allí donde hay un vacío institucional, la promoción de iniciativas autónomas suple dicha falta, a condición de sostener alianzas con otros grupos autónomos, con instituciones foráneas de ayuda, con recursos aunque limitados, provenientes de otras agencias gubernamentales que Cultura. Todo eso debe articularse, localmente, para sostener un pequeño sistema.

La cuestión de lo local no tiene que ver con buscar identidades esenciales, sino con describir la existencia de experiencias singulares, determinadas por las características institucionales de cada zona. De si existió o no una fracción de notables regionales que buscaron Interpretar un mito regional; de si se mantuvo en el tiempo y de qué manera algún tipo de alianza entre sectores industriales y políticos regionales en virtud de una política de recuperación local de una tradición; etc. La situación no será la misma en Rosario, en Concepción o en Lima.

Sin embargo, ¿cómo calificar un gesto como el de Galería AFA, que siendo una galería chilena, asiste a una feria argentina para promocionar a unos fotógrafos peruanos? Incluso, ¿cómo valorar el gesto de Galería Animal que incorpora en una feria argentina a artistas argentinos? O bien, ¿de qué manera incorporar a nuestra reflexión el caso de un coleccionista que monta una operación con una institución universitaria y una empresa para producir una exposición y un catálogo destinado a producir conocimiento?

No hay que confundir las cosas. Una feria es una feria; una bienal es una bienal. Una feria puede tener aspectos bienalizantes; una bienal puede adquirir rasgos feriales. Sin embargo, lo que hay que impedir es que un modelo de feria se imponga sobrela bienalidad y la sustituya. Eso no puede ser llamado “superación” de las bienales por algo superior, sino simplemente aniquilamiento de un espacio de enunciación a manos de otros espacios de enunciación.

 

 

 

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