La edición de las tarjetas postales encuadernadas de Viviana Bravo pone el acento en la edición, tanto como soporte de obra plástica como plataforma de sustitución institucional en el seno de una escena local puesta en desventaja por la ausencia de inversión. Es necesario tener en cuenta que esta discusión solo se justifica en relación a la hipótesis de porqué en regiones jamás habrá un centro de arte (entendido como centro de creatividad e innovación). La creatividad y la innovación referidas como posibilidad de obra, solo puede tener una plataforma de verificación minoritaria en soporte papel. Es decir, como una de las alternativas. La otra es, propiamente, digital; pero ahà entramos en otro asunto, referido a la web como soporte de obra, sin que ello signifique entrar a naufragar en el género de “las webs de artistas” (entendidas como dossiers presentables a agentes especializados en negocios truchos). Se tratarÃa de la web, como espacio de trabajo (/no de difusión). Eso es: el artista no tiene nada que difundir. No es un comunicador. Bueno: hay webs que operan con criterio-face-book. De eso no hablo. Ya existe una historia sobre la retórica visual de las tarjetas de visita. La reticulación social expande la noción de visitación. Nada grave.
De lo que hablo es de otra cosa: del papel plegado. Es decir, de aquel que posee una dimensión cartográfica y se dobla de cuatro o en ocho, para guardar en un bolsillo de la mochila. Aunque están los mapas en formato de carpeta de cuero transportable, rÃgida, propia de los oficiales de enlace en las fotos de empresas coloniales. Por cierto, un mapa obliga a concebir un porta-mapa. Lo que pasa es que los papeles plegados de Viviana Bravo están pensados para ser desplegados de inmediato y quedar crucificados en el muro de una oficina de proyectos o de un centro de documentación. Su destino es el público de arte. No son los pobladores. Estos últimos solo son significantes de pérdida. El público de arte, en cambio, no sabe qué hacer con los significados perdidos. Los pobladores se concentran en el nombre de un campamento de la época Antigua. De modo que los mapas de Viviana Bravo reproducen las facturas de la antigua institucionalidad de la vivienda social chilena. Por eso, al final, en la viñeta, nos expone un glosario de siglas; todas ellas de uso común en el discurso sobre las luchas urbanas. !Cuestión de definir el interlocutor, en la fase de puesta en duda matricial del estado de la vivienda en el arte chileno!.
Frente a la indigencia de la escena chilena plástica, Viviana Bravo opone la emergencia de unas luchas que ofrecieron otras perspectivas al trazado urbano de la historia limitada del arte. Entonces, de esa historia desplegable, realiza el inventario de nombres de tomas y de logros olvidados de los movimientos de sin casa, proponiendo un ejercicio de percepción pánica de la ciudad. La institucionalidad cultural chilena fue concebida para producir el olvido de las luchas urbanas y manejar la imposibilidad de comprender el malestar del sujeto discriminado por las imposturas conceptuales con que Ricardo Brodsky escribió su más exitosa novela de sujeción polÃtica.
CAMPAMENTO es el mapa de unas denominaciones que luchan por establecer sus rangos de trazabilidad simbólica en la historia institucional de la infamia urbana.
CAMPAMENTO es un mapa que aborda la historia de la ordenación del área Metropolitana de Santiago de Chile, cuya superficie de 15.000 km2 alberga al 31, 75 % de la población total del paÃs. La información seleccionada que compone este desplegable compila datos obtenidos a partir de lecturas e imágenes de revistas poblacionales, estudios disciplinares y documentos digitales obtenidos en la web entre los años 2008-2009. De esta manera proponemos un registro cronológico y espacial de la historia de la segregación urbana reciente a través de la inclusión de los hitos generados por los desplazamientos masivos de hombres, mujeres y niños pertenecientes al movimiento de los sin casa actualmente descritos en forma dispersa en diversos medios de documentación.
Existen otros mapas a los que resulta imperativo hacer referencia: el Mapa de BiografÃas Colectivas de Camilo Yañez en la VII Bienal del Mercosur. El mapa entre los mapas; el desplegable, en la estrategia de conexiones unilineales formulada por Camilo Yañez y Erick Beltrán, para hacer de la página plegable una herramienta gráfica de construcción de realidades, en el seno de unas luchas por las nominaciones de flujos y retenciones simbólicas, en el arte contemporáneo, entendido como una urbanización precarizada, que requiere del auxilio de la retórica que animó a los movimientos sociales a los que Viviana Bravo hace mención en ediciones que registran cronológica y espacialmente la historia de una segregación urbana. De tal manera, que un mapa reclama la diagramaticidad expansible del otro; porque lo que hacen Camilo Yañez y Erik Beltrán es distribuir nombres, funciones y procesos, que se sostienen en la proximidad histórica de las luchas referidas por Viviana Bravo, en el sentido que la pedagogÃa del oprimido (Paulo Freire) y el teatro del oprimido (Augusto Boal) son contemporáneos de los movimientos de pobladores de los años setenta, en Chile. Estos movimientos preceden conceptualmente la designabilidad de lo cultural como terreno de control de poblaciones. Los oprimidos pasaron a ser “sujetos en desventaja” o “poblaciones vulnerables”, convirtiéndose en objeto de estudio para académicos catalanes especializados en Movimientos Alternativos lejanos.