ARTE Y TERRITORIO.

Ver el país desde sus extremos; esta sería una actitud analítica radical. Es decir, desde las zonas más inestables de consolidación del territorio. Porque el Gran Norte, solo ha sido habido desde hace apenas un siglo. Y porque el Gran Sur ha sido habilitado por  misiones salesianas y  pioneros cuya pertenencia estatal aparece como un destino más fatal que por opción voluntaria. La representación del territorio ha estado determinada por el repiqueteo de las armas y por la obturación de las cámaras fotográficas. De la chilenización compulsiva del territorio no hay pintura; ésta ha sido reservada para reproducir la depresión unificante de la conciencia hacendal desfalleciente de la zona central. Aún así, poca pintura, sino clasicidad de la mirada oligarca de los viajes de los caballeros-que-pintaban. No hay drama: los fotógrafos de fines del siglo XIX llevan todos apellidos extranjeros. La imagen de lo nacional resulta ser una construcción de la reproducción técnica del paisaje.

En Punta Arenas, una de las fotos decisivas que determina la invención del paisaje en la Patagonia es aquella en que Popper introduce la escena de caza como práctica de exterminio. Luego vienen las fotos de la misión salesiana en isla Dawson: todos los indigenas dispuestos en las fotos de grupo acompañando a los curas y a las monjas que ocupan el centro,  reproducen el retrato que Fitz-Roy había realizado de Jimmy Button. Mientras eso ocurría, Shackleton zarpaba desde un puerto inglés para venir a conquistar el Polo Sur. Los británicos siempre merodearon por los canales del sur, convirtiendo a los hombres de ciencia en agentes dobles del Foreign Office. Es que siempre han sido agentes dobles. Eso es lo que los ha mantenido a la cabeza de sus investigaciones, mediados por la plataforma académica. Pero la ciencia no es sino la primera avanzada de la ocupación militar del territorio. Con la salvedad de que hoy día la soberanía se verifica en las condiciones de representación del paisaje que aparece involucrada en la tecnología militar de punta. El verdadero festival de arte y nuevos medios tiene lugar en la sala de  comunicaciones de  una fragata que cruza el Cabo de Hornos o en la cabina de mando de un Mirage repotenciado. El arte contemporáneo no tiene nada que hacer en ese terreno; a menos que se conforme con la ilustración de aquello que los especialistas del estado mayor ya saben. En ese sentido, el arte puede tan solo reproducir las imágenes de su fracaso civil. La belleza ya no es lo que era.

¿Cuál es la única zona en que es posible que los artistas y los científicos puedan recuperar la autonomía de las ficciones? Allí donde sea imposible no reconocer los límites del cuerpo. Entonces, Shackleton regresa para dimensionar el valor que puede tener hoy día el arte del recorrido montado sobre la mecánica del cuerpo.

En el proyecto de Madrid Abierto 2008, el artista chileno Fernando Prats, residente en Barcelona desde hace casi una década, produjo  el proyecto Gran Sur.  Este consistió en el montaje en  neén sobre la fachada de Casa de América, en Madrid, del anuncio de la Imperial Trans-Antartic Expedition de 1914, liderada por Ernest Shackleton y publicada en el periódico de la época, con el propósito de reclutar hombres para la realización de la expedición.

El objeto manifiesto de la expedición, como todos sabemos, era cruzar el continente Antártico por el polo. Sin embargo, el barco en que viajaba -el Endurance- fue atrapado y destruído por los hielos en un punto crítico de la travesía. Primera gran combate de la Naturaleza contra la Cultura. Los marineros ingleses resistieron lo que más pudieron y antes del naufragio lograron recuperar suficientes elementos y material, que les permitió instalar un cuartel de invierno en Isla Elefante. Desde allí, Shackleton y otros cinco hombres cruzaron el Océano Atlántico en un bote abierto, llegando a las Georgia del Sur para dar la alarma. Finalmente, en 1916, luego de varios intentos la totalidad de los hombres fueron rescatados por el Piloto Pardo a bordo de la Yelcho.

La expedición no aportó ningún beneficio material, ni ningún avance científico. Solo la experiencia de los protagonistas y la supervivencia de todos los participantes supone un triunfo en si mismo. Jorge Díez, curador de Madrid Abierto 2008, señala en el catálogo de la misma, publicado recientemente: “El sentido de la creación artística también transita por una ruta inexplorada y dirige los sentidos hacia objetivos que nos ayudan a comprender nuestra propia percepción del mundo que nos rodea. En nuestros propios límites están manifestándose nuestras fronteras a traspasar. La decisión del viaje de sir Ernest Shackleton es análogo a cualquier idea artística que busca como fin descubrir y revelar lo inédito. El tuvo una idea en la que nadie más creía!.

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