Tres Operaciones Incidentales

Mientras en Lima (Perú), Gustavo Buntinx se ocupaba de los últimos detalles de la impresión de E.P.S. HUAYCO, en Rosario (Argentina), Fernando Farina, director del Museo Castagnino, inauguraba la Semana del Arte. Esta era la ocasión de presentar en sociedad la colección de arte argentino del Museo de Arte Contemporáneo (MACRO), construido a partir de la remodelación de un antiguo silo granelero, al borde del río Paraná. En esos mismos días, al borde del río Guaba, en Porto Alegre (Brasil), tenía lugar la primera reunión de curadores de la Quinta Bienal del Mercosur.

¿Qué es lo que hilvana estas tres situaciones? Justamente, el ser operaciones de INFRAESTRUCTURA. Es decir, producción de insumos para el trabajo de escritura de historia. Veamos: un libro ha puesto en página una fuentes primeras que incidirán en el estudio de las relaciones entre arte, conceptualismo y política en la plástica del sur del continente. Un museo ha puesto en escena una colección pública que incidirá en el conocimiento que podemos tener del arte argentino contemporáneo (más reciente). Una bienal pondrá en movimiento un conjunto de obras que incidirá en la inscripción internacional (zonal / regional) de relaciones transversales entre diversas escenas de producción.


Ahora bien: estas tres operaciones “incidentales” ponen en evidencia una singulares relaciones entre arte y ciudad, mediadas por operaciones institucionales complejas. Es así como el libro es editado por un museo, un centro binacional de cultura y un centro de estudios andinos; una colección es constituida como situación que desencadena la edificación de un espacio museal; una bienal se convierte en un espacio de auto-reflexión del desarrollo de una ciudad.

¿Cuáles son los efectos institucionales cruzados? Un museo promueve investigación, una colección instala demandas de edificación, una exposición monumental acelera la reflexión sobre el patrimonio y el desarrollo local. Aquí tenemos tres casos que podrían ser empleados (invertidos) en el análisis que debe ser realizado en provecho de la “consistencia” de la nueva escena institucional del arte (chileno).

Las autoridades nacionales del ente máximo de cultura debieran estudiar las experiencias locales que se desarrollan en la zona regional continental, para recabar información sobre gestos instituyentes. De este modo, entenderán que un museo se edifica sobre (la base) de una colección; que un libro se escribe sobre (la base) de una investigación; que una bienal se produce sobre (la base) del desarrollo local.

He puesto la colección (pública), la producción de conocimiento y la producción de exhibiciones complejas como polos de un triángulo incidental que, en nuestro medio, podría convertirse en política instituyente. Es de lamentar que las autoridades nacionales del máximo ente de cultura, en el campo de las artes visuales exhiban un calculado y agresivo desconocimiento, destinado a fragilizar aún más la precaria institucionalidad alcanzada en dicho campo, en provecho de una política de reducción (subordinación) de las artes visuales a la industria del entretenimiento .

¿Qué se requiere para fortalecer (instituir) una política de autonomía en artes visuales? Seguiré al pie de la letra las iniciativas que se desprenden de las tres operaciones de infraestructura que he señalado al comienzo: política editorial, política de fomento de la investigación, política autónoma de exhibiciones. Estas son las tres operaciones incidentales que hacen falta en la escena chilena de artes visuales.

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