LECTURA ENCADENADAS (6).

La batalla de la Feria del Libro continúa el domingo 8 de febrero en La Tercera y se extiende a la construcción del viaje de la Presidenta, respecto del que ya Jorge Edwards había adelantado algo en El Mercurio del sábado 7, al señalar “este viaje parece que estuviera muy estudiado para dividir a la Concertación. Todo esto es un error, algo muy sentimental, apoyado por la Presidenta Bachelet, quien fue castrista en su juventud”. Al parecer, Max Marambio, entrevistado el domingo 8 en La Tercera, declara que la Presidenta “tiene una historia política coherente y su gobierno ha sido mucho más respetuoso que las anteriores administraciones. Aylwin ayudó a la desestabilización del gobierno de Allende; Frei no fue amistoso con La Habana, y Lagos cometió aberraciones como votar contra Cuba en los organismos internacionales”. Pareciera que Marambio hubiese respondido directamente a Jorge Edwards, pero en verdad, fue mucho más allá. Logró instalar a Lagos en el lugar de la incoherencia política y levantó la censura sobre Aylwin, cuyo rol durante la UP está siendo citado en una forma que desmonta los argumentos que le permitieron el acercamiento con los socialistas, al momento de formar la Concertación. Me refiero a que los argumentos citados quedaron como un costo simbólico cuya dimensión real está manifestándose como un malestar creciente. Más aún, cuando en otro momento de la entrevista, Marambio se refiere al veto DEC al viaje de sus parlamentarios.

Esta parte es resulta de un valor inestimable para el desarrollo de nuestros estudios. Marambio, en su calidad de excoronel de fuerzas especiales, cercano a las tareas de inteligencia y contra-inteligencia, lanza a la DC un dardo envenenado, del que ésta debe hacerse responsable. Estas son las pequeñas cosas que Latorre debe meditar a la hora de pensar en su propia consecuencia política, ya que a juicio de Marambio, quien no necesita de recadero, declara que la posición de la dirección de ese partido es mezquina y demuestra un abismante doble standard. Y agrega: “La DC nunca ha hecho la autocrítica por la postura golpista de algunos de sus dirigentes el ’73 ni ahora tampoco les pide a sus militantes que no vayan a Estados Unidos mientras se siga torturando en Guantánamo. No obstante, algunos tienen más recato y vergüenza, ya que saben de ese grupo de militantes DC conocido como «Los salvadoreños», que organizaron junto a la CIA la represión en El Salvador durante la guerra civil”.

Las palabras de Marambio, es muy probable que “el pueblo socialista” las piense, pero no las diga. En este sentido, el viaje a Cuba ha introducido la dimensión de Lo Real en la memoria de quienes han pactado a sus caídos por un gobierno. Edwards tiene razón al apelar al “castrismo retenido” de la Presidenta, que ahora se expresa en la forma regulada de un protocolo de Estado. La Presidenta, entonces, organiza su viaje poniendo en evidencia una fractura que remueve la borra de Lo Simbólico. Esto es lo que Edwards designa como un gesto sentimental, que afecta la racionalidad sobre la que se asienta la gobernabilidad, como instancia de Lo Imaginario reprimido por el pacto que la sustenta. Marambio, desde fuera del gobierno, puesto que hay que combinar todas las formas de lucha -o no- se ratifica como portavoz que estaba “dormido”, al señalar que “con su viaje, Bachelet le da una «vuelta de mano» simbólica a Cuba” (. . . ), “ya que Chile y su izquierda le deben mucho a Cuba por la solidaridad y fraternidad que se tuvo con los exilados, entre ellos muchos dirigentes actuales”.

Lo que no debe ser dejado al pasar es la forma verbal que emplea Marambio, que lo autoriza a operar como si fuera un funcionario cubano oficioso. A fin de cuentas, la izquierda de Chile no es la izquierda de Marambio. A partir de esta distinción, no solo instala la noción de deuda, sino que llama a “muchos dirigentes actuales” a ser consecuentes con su memoria militante. Pero es aquí donde Marambio se convierte en el guardián de dicha memoria, no poniendo siquiera en duda, ni la eficacia militar ni la legitimidad política de la deuda de la que se hace agente de cobranza.

Si la Presidenta realizó estudios avanzados en ciencias militares, ¿no le cabe, al menos como cientista, alguna duda acerca de los presupuestos que habilitaron la teoría cubana de solidaridad con la izquierda chilena? Entonces, ¿cabe una “vuelta de mano” simbólica? Lo que se juega, en un registro que carece de superficie de recepción, es la responsabilidad de la propia Dirección Cubana en la construcción de un apoyo que ni siquiera desde el punto de vista militar tenía bases analíticas sólidas que lo sostuvieran. Desde ahí que resulte obligatorio preguntarse por el rango de la deuda que los masacrados en Neltume tuvieron que pagar, por haber sido agentes de justificación de una compulsión a la repetición que su propia dirección política padecía y de la que sería de justicia mínima determinar su responsabilidad penal.

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