El candidato presidencial Jorge Arrate manifestó no estar sorprendido del espionaje de que fue objeto por parte de la Stasi, porque según señaló “vivà dos años en la RDA y tenÃan métodos de vigilancia policial muy sólidos, muy fuertes”. Lo que llama la atención es la admisión de dichos métodos en la normalidad de la vida cotidiana de un exilado que, probablemente gozaba de la confianza del régimen y tenÃa unos privilegios mÃnimos. Estos bien valÃan que le revisaran la correspondencia, porque para sentir que jamás fue espiado, ello significa reconocer la irrelevancia de su papel en las estructuras partidarias. No tenÃa nada que temer, porque no tenÃa nada que ocultar. Es decir, nos dice que era un ciudadano modelo que hacÃa “nada que llamara la atención”.
Si hay algo que los socialistas le deben a la ciudadanÃa es el relato de sus historias internas, porque en esas disputas se han jugado, en no pocas oportunidades, el destino del paÃs. Valga señalar, simplemente, la ausencia de una crÃtica de los totalitarismos, más allá de las divergencias con los comunistas en torno a la invasión soviética de Checoeslovaquia. Se trata, en suma, de un análisis del que los socialistas han hecho una gran economÃa. SerÃa más que útil organizar un coloquio al respecto, donde el objeto sea la memoria obstruida y recompuesta del propio partido, como una contribución a la crÃtica de la economÃa libidinal autoritaria que sustenta su práctica polÃtica, entre el programado olvido de sus opciones iniciales y la jerigonza discursiva con que legitima su permanencia en un gobierno, a como dé lugar.
La frase de Arrate, en todo caso, resulta decisiva para recomponer su propia cadena de reconocimiento. En él, nada hay que llame la atención. Frente a una declaración como “no tenia que temer porque en mis cartas no tenÃa nada que ocultar”, nos está revelando que un militante carece de biografÃa, porque ésta le pertenece al partido, en el sentido que a posteriori, todo el tiempo del mundo está disponible para retocar los discursos de reposición.
Si leemos sus declaraciones con una cierta cuota de humor, es su posición como “carta presidencial” la que “no tiene nada que ocultar”, porque resulta verosÃmil que no tenga nada que ofrecer. Ya se hizo práctica canónica en un ambiente marcado por el federalismo caudillista que, cuando en el interior de la organización las cosas se ponen difÃciles para el avance y la acumulación de fuerzas, se construye una estrategia de salida. En esta ocasión, el propósito es visibilizar al agente saliente como un “objeto de deseo” de contingentes excluidos del juego polÃtico manifiesto. Lo que ofrece Arrate, de manera implÃcita, son sus servicios de funcionario superior, conocedor de sistemas de navegación en las altas esferas, para obtener ventajas comparativas superiores a las que pudieran esgrimir sus eventuales oponentes en el bloque de los llamados “extra-parlamentarios”.
Es una lástima que el vocablo “extra-parlamentario” sea banalizado al punto de rebajar el significado libertario y anti-sistema que tuvo en su formulación original. Recordemos un titulo de inicios de los años setenta, para situar el contexto de su empleo en condiciones que no corresponden con la referencia que el vocablo “extra-parlamentario” posee en el léxico chileno actual. Empleado para designar la discriminación -por cierto inaceptable- de una minorÃa social consistente, apunta al deseo de integración. En cambio, el uso que hacÃa la izquierda extra-parlamentaria italiana, francesa o alemana, tenÃa un sentido que, tanto Núñez como Arrate no tenÃan conciencia todavÃa. Por ejemplo, los magnÃficos textos de Rossana Rossanda y Lucio Magri en “los textos de la izquierda extra-parlamentaria italiana”, traducidos al francés y publicados por François Maspero, exponÃan desde ya una crÃtica radical de la teorÃa leninista de partido.
Rossana Rossanda estuvo en Chile durante la Unidad Popular, participando en un coloquio sobre problemas actuales del socialismo, si mal no recuerdo, invitada por el CEREN, que en ese entonces estaba dirigido por Manuel Antonio Garretón. Núñez y Arrate, que no tenÃan nada que temer en la RDA, ¿estaban al tanto de los debates que desde la izquierda extra-parlamentaria de entonces ejercÃan una crÃtica radical al totalitarismo del modelo partidario que los sustentaba? Mencionando este hecho señalo que no era necesario esperar el exilio en la RDA para tomar conciencia de la deflación estructural del socialismo, en su pendiente española. HabÃa, en Chile, cómo tomar conciencia de esas cuestiones; solo que habÃa que pagar un precio muy alto, porque el tema no estaba a la orden del dÃa.
De este modo, resulta (casi) impresentable que Arrate se proponga como una carta de re-socialistización del socialismo deflacionado, al que con su práctica de cuadro superior colaboró a consolidar en dicho proceso. La referencia al vocablo “extra-parlamentario” no pasa de ser una coqueterÃa “sesenta-y-ochista”, destinada a imaginar que hoy, todavÃa, es posible “creer en los sueños”. En ese terreno, sin duda, la salida de Arrate puede causar alguno que otro estrago a su antiguo partido, como un audaz operador que no teme reivindicar el nombre Allende, poniendo a la hija del mandatario en un aprieto, ya que de manera implÃcita reivindica para sà la representabilidad del “verdadero allendismo”.