Por un Consejo Nacional de Exposiciones

Partí hablando del modelo de los programas deportivos radiales y terminé proponiendo un Consejo Nacional de Exposiciones. Una cosa llevó a la otra. Este Consejo Nacional de Exposiciones tendría que promover la realización de exhibiciones de artistas nacionales, tanto en espacios privados como públicos, de acuerdo a los standards internacionales que se emplean para calificar esta actividad. Este sería un tipo de apoyo financiero para producir exposiciones y no para la creación. Pero hay que tener cuidado en tomar exposición y difusión como sinónimos. Crasos error. La expositividad es una actividad no difusiva, sino inscriptiva. Hay que distinguir los temas y los espacios.

Un Consejo Nacional de Exposiciones favorece el desarrollo de múltiples actividades que, desde lo artesanal a lo industrial, aseguran la cadena de valor del arte contemporáneo. Debo hacer de nuevo el inventario: fabricante de marcos, fabricante de bastidores para pintura, comercio ferretero destinado al consumo de arte (clavos oxidados para instalaciones, alambre de púa, grasa animal, polen, huaipe, mangueras de goma y de plástico de colores diversos, espátulas, martillos, placas de acrílico, resina poliéster, plasticina, juguetes de plástico, perros para la ropa, aceite quemado de auto, barquitos de hojalata, etc.); camionetas se-fleta de diversas dimensiones, ya sea techadas o abiertas; proyectistas de museografía, contratistas de arquitectura interior; diseñadores gráficos, imprenteros, laboratorios; escritores de presentaciones, correctores, traductores, editores; compañías de seguros, de transporte, de embalajes; conservadores y restauradores; etc.

Ahora bien: la trama de intervención económica de una exposición incluye la producción editorial. O sea que contempla en su inversión inicial, esta ventaja lateral para las imprentas, no para las casas editoriales que no han descubierto el negocio efectivo de la producción catalogal. Es cosa de que hagan sus estudios de costos y ya verán cómo la exportabilidad del arte chileno podría estar asociada al montaje de una ofensiva editorial internacional.

Nótese que no he mencionado la palabra curador. Solo me remito a las condiciones materiales para el montaje y reconocimiento de una actividad económica que podemos denominar “economía local del arte”.

Un Consejo Nacional de Exposiciones reuniría representantes del sector privado y del sector estatal, porque todo esto, para que sea exitoso, debe ser mixto. En verdad, si el Estado no tiene la iniciativa, los privados no entran en el juego. Lo cual hace que la mixtura tenga su carga inicial en un terreno que es desconsiderado por privados que, hasta la fecha, no han tenido claras sus demandas, ni tampoco han asumido sus responsabilidades como privados que deben arriesgar un capital simbólico y un capital real para instalar la imagen y el volumen de su consistencia empresarial.

Pero por otro lado, en el Estado tendrían que adquirir una cierta claridad sobre lo que significa promover las carteras de negocios de los empresarios del sector: los galeristas. Aunque al mismo tiempo tendrían que tomar carta en la programación de ofertas de exhibición interna y sus condiciones de exportación (itinerancia de producciones nacionales) de los museos. ¿Qué es esto de vivir de prestado y hacerlo pasar como política cultural? Me refiero a los museos que viven de las exposiciones que les llegan. No sé si me explico.

Un Consejo Nacional de Exposiciones podría colaborar en el establecimiento de una política exterior de artes visuales, ya que podría reunir bajo las actividades de un mismo consorcio, la búsqueda de financiamiento, y llegar incluso, hasta promover una nueva reforma de la ley de donaciones. Aunque esto es tan solo un aspecto: un consejo de tal naturaleza podría tener un departamento de estudios para fundamentar las decisiones sobre exportabilidad. Y no solo eso, sino exigir a los poderes públicos una mayor consecuencia profesional y política en el terreno de la musealidad y del apoyo a políticas de exhibición de los pocos centros de arte contemporáneo de que disponemos. Si bien debo admitir que lo que lamamos museos, más bien tienen comportamiento de centros de arte, porque la defensa y desarrollo del coleccionismo público es arena de otro saco.

El Consejo Nacional de Exposiciones tendría que estar en el ámbito de lo que hace el Consejo Nacional de Cultura, mientras que la política museal de artes visuales, en el terreno propio de la promoción del coleccionismo de Estado, está en manos de DIBAM. Son tan pocos los museos de artes en Chile, que podrían configurar una entidad autónoma, fuera de la DIBAM, para acceder a situaciones de desarrollo diferenciado y no seguir subordinados a la lógica de los otros tipos de museos que la DIBAM administra.

Lo anterior constituye, prácticamente, una propuesta de política cultural sectorial, que contemplaría la formación de un Consejo Nacional de Exposiciones y la creación de una Dirección Autónoma de Artes Visuales, que le tendría que otorgar una posición especial al MNBA, como entidad única que requiere de un aumento exponencial de su presupuesto, para poder formular con responsabilidad, una política de Estado en el campo del desarrollo museal. Pero que no se vaya a pensar que el MNBA debe pasar a depender del CNCA. Por el contrario: debe constituir por si solo un ente autónomo, ya que el lugar de los museos –en general- en el nuevo proyecto de Instituto del Patrimonio no garantiza una posición favorable para su desarrollo.

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