Filiación, Casa y Endogamia

Respecto de Huachos e Indigentes,
el texto de Jorge Sepúlveda en www.curatoriaforense.net me parece que ofrece términos para un
mayor rendimiento.  Sin embargo, omite un dato que reformula las bases de
su crítica. A saber, la exposición que Jorge Lay
organizó hace unos cuantos años, con un grupo de compañeros de la Escuela de
Arte de la Universidad Católica y otros invitados, y cuyo título no recuerdo.
Pero era algo así como CASA. En efecto, para no pasar por la censura de las
galerías emergentes existentes, arrendaron una casa en la calle Rancagua, por un
mes, y montaron una gran exposición.


 



En el catálogo de esta experiencia escribió
Alejandra Wolff, un texto en el que a partir de
discusiones que habíamos sostenido, trabajó la hipótesis del Tío Permanente,
para designar el malestar de reconocimiento que exhibían artistas jóvenes recién
egresados, respecto de la construcción de su propio espacio emergente.



 


Hay que recordar que en la discusión pública los procesos entablados contra Paul Shaeffer por pedofilia, había popularizado el apelativo de “tío permanente”. Su aplicación a la descripción del espacio emergente de fines de los años noventa apuntaba a identificar, no tanto la existencia de un Tío permanente, como la gran cantidad de artistas dispuestos a jugar el rol de Sobrinos. La hipótesis de la sodomización como elemento articulador de campo, permitía dar cuenta de la bronca sostenida por algunos jóvenes estudiantes en instancia de egreso, a raíz de su no pertenencia ostentosamente reconocida a una CASA; en definitiva, a una “paternidad subordinada”. Y lo que siempre me pareció complicado en este medio, fue la necesidad que estos jóvenes manifestaban por tener un Regente. ¡Patético!.


 



Lo anterior señala hasta qué punto no hay que cargar la responsabilidad a los Padres Totémicos en el desarrollo de políticas saturnales, sino que hay que atender a esta extraña tendencia de grupos emergentes, por adjudicarse padres que no les corresponde. Como si esa subordinación voluntaria les asegurara una carrera. Lo cual se tradujo en una bronca redoblada, que consistió en recriminar a determinados agentes por  “falta de paternidad”. O sea, había un ejército de “ahijados” y “sobrinos” en busca de Padrinos y Tíos, pero las escasas figuras existentes no daban abasto. Lo cual implicó confundir política de carrera con filiación. Con graves consecuencias. De partida, la bronca contra Soro se hizo manifiesta porque estos jóvenes le reprochaban haber sido un “tío ineficaz”. Soro les obsequiaría su “eficacia” delegada al endosarles la curatoria de la Tercera Bienal de Arte Joven del MNBA, con los resultados que todos conocemos de sobra.


 


Sin embargo, Jorge Sepúlveda, curador de proyectos como Comercio Ambulante y Movilidad Social, se maneja en una escena de autoproducción que desestima la dependencia a bandas de tíos y sobrinos. De ahí su sorpresa y preocupación ante la eficacia del triángulo Filiación-Casa-Endogamia, que a su juicio se ha instalado en la escena emergente. La mejor prueba de ello sería Bastardos.


 


Craso error. Bastardos no es prueba alguna de la eficacia que señala. En términos estrictos, hay que distinguir en ese triangulo, dos estratos: uno, metodológico, y otro, descriptivo. En cuanto al primero, he trabajado analíticamente el concepto de Filiación y producido la hipótesis acerca del “deseo de casa”, para establecer dos cosas: una proveniencia que encadena parentescos formales y  la expresión de un malestar ante la ausencia edificatoria de la “casa institucional” del arte chileno. Como un elemento subordinado, he sostenido la crítica a la ausencia de una política exterior del arte chileno, que se revela como directamente proporcional a su endogamia.


 


Otra cosa completamente distinta es atribuirle a cada una de estas nociones, la responsabilidad por el desarrollo de “políticas iconográficas” o trayectorias formales específicas. Por ejemplo, ¿no se podría realizar un estudio de todo el arte emergente, desde la aparición y recurrencia del  Significante Casa como articulador de una política de obra? ¡Desde los dibujos de casa de Dittborn en las primeras aeropostales de los ochenta, hasta el dibujo de casa con carboncillo de Mario Navarro en el CAYC de Buenos Aires a comienzos de los noventa, pasando por las casitas pintadas edificadas sobre trozos de hielo flotante de Voluspa Jarpa, en algunos de sus cuadros de 1997?.


 


Entonces, el “deseo de casa” es un síntoma, no una política. Y la filiación, un método puesto a operar en el terreno de los procedimientos.

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