Arte Contemporáneo Abandonado

La escultura pintada de Nehuentue se conecta con los bronces pintados de Leppe en Animal, con los bustos de yeso pintado de Allende, realizados por Alfredo Barrios y con las cabezas de yeso pintado de Patricia Vargas. Y lo hace a nivel de sus significantes materiales.

El cemento proviene de la pavimentación de los caminos regionales, para que puedan transitar los camiones de las forestales. Es trabajado de manera indebida, modelado como si fuera arcilla. El yeso, en cambio, es el reverso fantasmal de los servicios de traumatología. La pintura sobre yeso no alcanza, siquiera, a maquillar. Más bien, a encubrir una cosmética forense. El bronce, en cambio, es fundido desde una matriz realizada en arcilla, para luego ser cubierto con pintura pastosa. Lo que ha sido empastado y modelado recibe una segunda acción de empaste, denotando que aquí si, hay maquillaje de la propia pintura. En todos los casos a que me he referido, la pintura reemplaza a la pátina. No hay deposición del pasado, sino encubrimiento de sus huellas.

No busco, encuentro. O sea, el arte contemporáneo, ya estaba. Todas las obras santiaguinas ya han sido precedidas por prácticas artesanales, que operan en otros circuitos. Un “cocimiento” de Nury González solo puede ser concebido desde la anticipación ordinaria de las mantas del mercado de Temuco, combinadas con signos nortinos extraídos de Nat-Geo.

Ya lo he señalado con anterioridad. Recuerdo que durante la UP hubo un afiche que se marginaba de la gráfica dominante, a la manera de los hermanos Larrea. Era una diseñadora. Su apellido era Maximovich. El afiche fue distribuido en miles de ejemplares. Probablemente venía inserto en Revista Ramona. Era una imagen de mujer mapuche, sentada, cubierta con una manta. Parecía una momia, relativa a lo ancestral, a lo arcaico. O un cacharro de greda. Que es una “concha” hogareña. Cuenca simbólica. Había una sola frase: “Y yo ya estaba”.

Lo anterior me hace pensar en la distinción que puede existir entre “lo encontrado” y “lo abandonado”. El objeto está abandonado hasta que es encontrado e incorporado a un circuito dinámico en el que adquiere una rentabilidad institucional. El incidente gráfico de la UP está abandonado en mi memoria política, hasta que es encontrado por la necesidad de instalar la anticipación diagramática del propio gesto que lo inscribe.

Sin embargo, lo abandonado posee un potencial que lo niega como tal. Más bien habría que pensar en la categoría de “lo dormido”, como se usa en el léxico del espionaje. Un agente es puesto a dormir esperando el momento en que lo despierten. Los objetos se comportan como agentes dormidos, a la espera de ser operativos.

Realizando de cerca el inventario de las animitas al borde del camino, recordé la oposición airada que se levanté contra el proyecto de Edgard Rojas y Germán Arestizábal cuando pintaron la catedral de Castro. Ese edificio había sido proyectado para ser construido en cemento, pero fue modificado y adaptado para ser realizado en madera, respetando las proporciones originales. Esa es una primera cuestión clave: la merma de un proyecto original cuya concreción se hace Obra. No olvidar: el traslado de los materiales y su reemplazo; cemento por madera. Reinterpretación significante. Si ello ocurre con la arquitectura, ¿por qué no ocurriría con el arte contemporáneo? Respuesta: ello tiene lugar en lugares en que no hay arquitectos y que el trabajo de construcción queda en manos de experimentados maestros de obra. A la vista está el patrimonio de Curaco de Velez, donde las casas son construídas a partir de las fotos de chalets bávaros que venían en las revistas alemanas que atracaban en Chonchi o en Castro. ¿No será, el espacio plástico chileno un remedo de la escena de arquitectura vernacular chilota de comienzos del sigo XX? A falta de arquitectos, buenos son los maestros de obra.

Regreso a la Rojas/Arestizábal: la iniciativa para pintar la catedral la tuvieron observando detenidamente la cultura popular de la sepultación. En el cementerio de Castro, los mausoleos eran pintados con esmalte marino. No hay que descartar los colores cercanos a la regulación visual de las embarcaciones de pesca artesanal. Ya estaba el modelo; solo faltaba ser traspasado a otro contexto.

Si la clave está en el traslado, hay que verificar de qué modo se instala el referente de partida, cuando ya se sabe adonde se debe llegar.

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