Uno de los formatos en que se diversifica el ejercicio de la critica Es la conferencia y l participación en jornadas y seminarios. En las últimas semanas he participado en dos. Una en Santiago, otra en región. El tono, guardando las proporciones, no dista mucho del exhibido por un predicador de la Iglesia Universal.
En vez de arte brasilero, lo que tenemos es una invasión de evangélicos brasileros. La modernidad se queda y se la guardan en casa. La modernidad medial de la predicación arcaica es exportable. Pero no solo eso, sino que se instala como referente de circulación de la palabra en medios carenciados. Por ser, una región, respecto del arte.
El Estado debe ocuparse de eso: la región. Está escrito en el proyecto de nueva-institucionalidad-cultural. Esta es una palabra que debe ser leÃda asÃ, como la traducción de un concepto pesado del alemán. Y la región chilena, que ya sabe cuanto le ha favorecido la discriminación positiva y la conversión eufórico depresiva del victimalismo, atrae a los predicadores, para cumplir con el rito ceremonial que consiste en recibir la Palabra, que siempre “viene de fuera”.
Pero los regionales se la saben por libro. Domestican al Estado Central Metropolitano, de tal manera, que los predicadores que les envÃen , siempre, vayan a repetir lo que los regionales ya saben. Sobre todo, no hay que mover las aguas, pero hacer como si en verdad, interesa hacer avanzar las cosas, sobre todo, en el terreno del arte contemporáneo.
He estado recientemente en Talca, para hablar de las nuevas tendencias. En verdad, no tenÃa el menor interés. Ya sabÃa de la existencia de una producción regional de arte contemporáneo y lo que me importaba era, justamente, hablar de la posibilidad de reconocer la existencia de una escena de arte local. En el entendido que una suma de artistas no hacen una escena.
Entonces, ensayé un método, que ya ha mostrado su eficacia en relación a Concepción y ValparaÃso. Solo Es posible de hablar de escena local cuando se articulan tres elementos, en una misma coyuntura, exhibiendo capacidades de negociación compartida. Esos elementos son: universidad, medios de prensa y trama pol�tica. La universidad garantiza la reproducci�n de un saber que Es tomado a cargo, en su legitimaci�n p�blica, por la prensa local, a trav�s de una plataforma m�nima de critica, mientras que la clase pol�tica proporciona los v�nculos simb�licos que hacen producir la necesidad social de la articulaci�n mencionada. Ejemplos como la coyuntura penquista del 57-62 son suficientemente significativos, as� como la coyuntura porte�a del 68-72. Solo por mencionar dos momentos. Hay otros momentos, en otros per�odos. Pero que apuntan a reconocer que, despu�s de Santiago, solo es posible hablar de escena pl�stica local en Concepci�n y Valpara�so.
Alguien dir�: �y Valdivia? Solo hay un museo, fr�gil, sin instancia de reproducci�n de un saber. La reproducci�n del saber es clave, como condici�n. Ello supone la reproducci�n de programas de ense�anza, pero sobre todo, de la puesta en funci�n de un �funcionariato� docente, que al final, termina teniendo poca relaci�n con la contempor�neidad m�s avanzada, definida por el espacio metropolitano. Digamos, el espacio m�s avanzado de lo metropolitano, porque en Santiago, hay enclaves en donde se reproduce el s�ndrome del arte regional. Bajo ciertas condiciones, hay m�s provincianismo en Santiago, que en provincia. Pero en provincia, la pol�tica del regional que sabe que define el marco de culpabilidad del funcionario metropolitano, la posici�n del arte contempor�neo, es extremadamente precaria. En algunos casos est� sometida a la fatalidad siguiente: algunos artistas con crisis de inscripci�n capitalina, emigran a provincia, porque all� no hay oposici�n, y terminan �bajo la cobertura de una renovaci�n- haciendo un arte regional m�s convencional que el que ya exist�a.
Entonces, la Galer�a Gabriela Mistral, por mandato program�tico, sostiene una bien estudiada pol�tica hacia regiones. Pero se enfrenta, inevitablemente, a la situaci�n anteriormente descrita. Pero lo hace. Eso tendr� que tener un efecto, a condici�n de desarmar la maquinaria de la ceremonia regional de recepci�n.
En Talca hay una Galer�a de Arte Contempor�neo que depende de la Universidad de Talca. Pero no hay una plataforma critica en los medios de prensa local. Sin embargo, existen obras que rompen con las determinaciones pict�ricas del paisaje, dependientes de la ret�rica de la Generaci�n del 40. En Concepci�n ocurri� algo similar. Los disc�pulos de la Generaci�n del 40 se fueron a hacer clases a la reci�n fundada escuela de arte, en los 70�s. Pero ya exist�a la Pinacoteca. Talca carece de Museo de Arte Contempor�neo. La Universidad de Talca posee un acervo de pintura, de la que se salva, a duras penas, menos de un centenar. Con eso, no se hace un museo. Un museo se valida por su colecci�n. Y su colecci�n debe ser el reflejo de un proyecto de colecci�n, bajo las condiciones de afirmaci�n de la propia escena local. De ese modo, una universidad no puede pensar que puede sostener un proyecto museal que nazca desde el desarrollo de su pol�tica de extensi�n. Craso error. Un museo no tiene que ver con la extensi�n, sino con la intensi�n del arte.
Pero Talca posee una Galer�a de Arte Contempor�neo que puede, perfectamente, funcionar como Centro de Arte Contempor�neo. Es decir, un lugar de exhibici�n y de producci�n. Un lugar donde la exhibici�n debe ser entendida como producci�n de arte. Y la producci�n contempor�nea, debe fijar las condiciones de su exhibicionalidad. Diluyendo el s�ndrome extensional. �Por favor! Sabiendo, que lo que hace falta es una trama pol�tica consecuente. Lo que hay, es la inconsecuencia simb�lica de un modelo de sociedad hacendal que vive de las glorias del pasado. E arte contempor�neo, en Talca, es plebeyo. LA pintura del Maule, por decirlo de alg�n modo, reproduce la nostalgia de la p�rdida y de las disoluci�n de la sociedad hacendal. Por eso, cuando desde Talca se nos invita, uno ya sabe que es la ceremonia de la complacencia hacendal la que, bajo cobertura de discurso universitario de nuevo tipo, se hace sentir. Solo que esta vez, hay un contingente de obra y de producci�n cr�tica, que desde fuera del tri�ngulo universidad-medios-trama pol�tica, se hace un lugar. La dificultad reside en que dicho lugar debe ser construido, al menos, en una alianza con instancias universitarias de legitimaci�n parcial, porque la necesidad de la reproducci�n cr�tica puede ser surtida por alguna escena critica santiaguina, quedando en veremos, la consistencia de la trama pol�tica regional, a la que se debe interpelar desde el diagrama de las obras, con la alianza universitaria. Solo en esa medida los esfuerzos de Galer�a Gabriela Mistral tendr�n un efecto constructivo, diagramando la disoluci�n del discurso regional ceremonial, que espera que los discursos aparezcan simplemente para reconfirmar lo que ya se sabe.
No. Hay un no-saber que se instala como espacio de potencialidades. Es el no-saber anticipativo de las obras. En fin, de ciertas obras.
Septiembre 2003