La Ficción verosimil de convertir al MAC en Museo Matta.

Se cumplirá un mes del fallecimiento de Roberto Matta. La comunidad artística chilena ya se explayó en todos los tonos acerca de este sensible acontecimiento.

En general, ha sorprendido la banalidad, por no decir, la superficialidad y el sentido mítico que ha caracterizado dichas declaraciones. Pero hay una que reviste particular interés.

En la edición del domingo primero de diciembre del diario La Tercera, se publica en cartas al director, un texto firmado por Francisco Brugnoli, director del MAC. Se trata de ese tipo de declaraciones que en el léxico del futbol se comparan con los pases que se dan de taquito. Un centrodelantero responsable no podría dejar de aprovechar la ocasión de gol que le brinda el pase, dado en bandeja. Es lo que me ocurre con esa carta, publicada días después que el alcalde Lavín declara que abrirá un Museo Matta en Santiago. De hecho, se dio a conocer, en esos días, solo hace un mes, opiniones de encargados municipales de cultura que junto a coleccionistas ya estarían preparando un proyecto para la Casa Colorada.

Es probable que se trate de esas cartas que se envían, pero en las que se espera que nadie lea. Es decir, que nadie de la “comunidad” cercana las lea, porque esas cartas tienen un destinatario al que se les debe hacer llegar un mensaje. Pero esta manera de enviar mensajes denota una ausencia de poder.

Hay mensajes claves para los cuales la prensa resulta inútil. O se está cerca del destinatario, o no se está cerca. Y por lo demás, ¿qué interés tendría que Brugnoli le enviara un mensaje a Lavin, justo días después que los circulos de Lavín hablan de un museo? Aquí nos damos cuenta que la carta no está dirigida, tampoco, al alcalde, sino a su rector de universidad, para exponer públicamente la preeminencia de la colección del museo. Lo que señala que Brugnoli estaría en falta, puesto que necesitaría dirigirse a su rector a través de la prensa y no por conducto regular interno. Lo sorprendente de la situación, independiente de quien sea a estas alturas el destinatario, es que un director de museo tenga que montar públicamente una ficción que re-perfila, por extensión, su propio museo.

Vamos a las palabras de Brugnoli: “Pienso que el mejor homenaje que el país puede ofrecer a esta figura realmente meteórica, sería reunir las principales obras que guardamos en distintos espacios, como un testimonio de la memoria que de él hemos guardado como país”. ¡Pero si eso ya lo dijo Lavín! Reunir las obras. O.K. Pero Brugnoli, en el fondo, le dice a Lavin, “mi espacio”, en vez de la Casa Colorada, “es el que debe reunir las obras que se guardan en distintos espacios”. El dice la palabra “guardamos”. Se refiere a las guardas estatales: o sea, MAC y MNBA. ¿De quien más podría estar hablando? Del Museo Allende, por cierto. ¿Hay otro, no privado, que posea obras de Matta? Buen punto para Brugnoli. Con eso dice, al pasar, que las únicas obras de Matta que valen la pena, están en museos públicos. (Los Matta del Museo Santa Cruz-Yaconi no tendrían espesor). Pero de inmediato, se las ofrece a Lavin, que es el único que podría reunir los fondos para habilitar al MAC en esa nueva función. Con esa iniciativa sobrepasaría al MNBA, porque si Lavín acepta la oferta, el dinero será destinado, primero, a habilitar las salas para los demás Matta que vendrían en préstamo intermuseal, para ser colgados de modo “más o menos permanente”. Y de este modo, Brugnoli puede arreglar, sin costo para “la Chile”, una edificación que solo la irresponsabilidad funcionaria mantiene abierta al público. De eso hay que hablar, en otra ocasión: la ruinificación del MAC puede representar un peligro efectivo para la población de espectadores. ¿No debiera preocuparse el SESMA metropolitano por eso? ¿O bomberos?.

Pero no deja de ser loable que la oferta del MAC para convertirse en un Museo Matta, le proporcione a Lavín una plataforma institucional ejemplar, que le permitiría hacerse de una figura plástica a la medida del dolor que la derecha experimenta por su carencia de un héroe propio. En efecto, la derecha carece de un héroe que encarne su programa de re-espiritualización del arte contemporáneo. Y no deja de ser interesante concebir que la presidencia de la república se pavimenta con la banalización de las figuras culturales que han sido capitales para la cultura de izquierda. Aquí, banalización es una traducción literal del verbo francés “banaliser”, que se refiere a la iniciativa policial de usar un automóvil común y corriente en una pesquisa, para hacer pasar desapercibidos a los agentes. Y es lo que ocurre con la figura de Matta. Los agentes de la banalización desean pasar desapercibidos, con el auxilio del director del MAC.

Pero no se puede ser injusto al punto de acusar de semejante actitud a Brugnoli. No puede ser. En verdad, Lavín no es el destinatario de su carta en La Tercera. Todo podría indicar que ella está destinada a la rectoría y a la presidencia. Es, lo que se llamaría en la jerga de la contra-inteligencia, una “carta de doble propósito”. Pero que tiene la ventaja suplementaria de operar perversamente con la amenaza de una oferta vedada hacia el “enemigo”. Porque “Aguas Andinas” -¡oh! los derechos de aguas y Lavin- andan (demasiado) cerca.

Diciembre 2002

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