MAPA DE LAS ARTES (VI): CUANDO LA FE MUEVE MONTAÑAS, TRABAJO DE FRANCIS ALYS EN LA III BIENAL DE LIMA.
Justo Pastor Mellado

En la III Bienal de Lima, el artista mexicano Francis Alys presentó Cuando la fe mueve montañas. Hace dos años, Francis viajó a Lima para recorrer la ciudad y trabajar con su imaginario, en la perspectiva de producir un trabajo consistente. Visitando la periferia de la ciudad, frente a las monumentales dunas del desierto que la rodea, concibió un trabajo que debía estar contenido en el enunciado del título: La fe mueve montañas. Tomaba un dicho bíblico ya convertido en lugar común del lenguaje popular, para hacer trabajar su comprensión al pie de la letra y concebir la producción, efectiva, de mover una duna. El título definitivo vino después, cuando Francis buscó, probablemente, (sobre)-historizar el acto de traslación de la masa de arena. Finalmente, no es un asunto de fe, sino de organización de trabajo humano. La introducción de la palabra "cuando" marcaba el valor de su acontecimiento. Una frase del tipo la fe mueve montañas describe un reconocimiento extensivo a las dimensiones de los trabajos imposibles. Se trata de una frase de reconocimiento de un deseo. Pero la frase de tipo Cuando la fe mueve montañas señala un imperativo mayor, que busca producir efectos posteriores a la traslación. La frase configura un reconocimiento y un llamado a la acción. Está volcada hacia el futuro, mientras que la primera versión la deja en suspenso. Y si de futuro se trata, hay dos cuestiones relevantes: el futuro del arte y el futuro de las movilidades sociales. Por eso, a título entre imperativo y condicional, la incorporación del "cuando" instaura una historia.

El trabajo primero consistió en la producción del acto de traslado de la duna. Es decir, en la negociación con las autoridades municipales y los servicios de bomberos y de defensa civil, para poner en pie la movilización un alto contingente de personas, provistos de palas bajo un sol implacable. Bajo este aspecto, se trata de una obra de arte público. Pero también, de un obra de land art. Pero también, contiene visos de arte sociológico. Es verdad. Puede caer bajo cualquiera de estas denominaciones en un libro de historia del arte escrito por algún historiador viajero, de esos que escucharon tocar la campana, pero nunca supieron donde. Pero la actitud programática de Francis Alys impide que esta obra pueda ser reducida a dicha recolección. Todas las acciones que adquieren derecho de ciudadanía en los países del norte, son efectivamente repotenciadas por los pequeños gestos adicionales que los artistas del sur introducen en su programa. De ahí que Oiticica encontrara tanto "minimalismo" en el diseño de vivienda de las favelas de Rio. O sea, existe una tasa de calentamiento de los problemas sobre los cuales una obra es instalada en un lugar y hace que dicho lugar se instaure. Es el caso con la estructura que Pablo Rivera exhibe en la XXV de Sao Paulo. Muchos vieron con sorpresa que se trataba de un re-make de Sol Lewitt. Pero el hábito de la dependencia analógica en historia del arte les impidió entender que se trataba de un recalentamiento de la estructura paragramática de Lewitt. Es una forma de decir: aquí, el efecto paragramático lo experimentan, en su cuerpos, los varios iles de cuerpos humanos que deben vivir las restricciones del espacio habitacional. La estructura visible de Rivera desmonta la aséptica y abstracta esterilidad de los juegos declinatorios de Lewitt, para ensuciar las relaciones dentro/fuera en la concepción de un espacio limítrofe, en que desde el arte se inicia la crítica radical de las políticas sociales de vivienda básica. Esto ratifica mi supuesto de base: cuando las ciencias sociales se han convertido en productora de insumos para la industria de la gobernabilidad, las prácticas artísticas ejercen la crítica política real.

Francis Alys escogió una zona particularmente averiada en la ciudad de Lima. El arte trabaja de lleno sobre esa avería. El arte es el relleno de la avería. Que es, en definitiva, la avería de la socialidad. Avería que no se puede resolver, sino solo indicar. Ya, el acto indicativo, es un síntoma de su imposibilidad resolutiva, en una época en que el concepto de plano regulador de la ciudad ha estallado en pedazos. La línea de voluntarios armados con palas desplazándose en un frente de cuatrocientos metros involucra el cálculo de la velocidad, de la tracción, del paleo, del avance de la porción de tierra desplazada, de la resistencia al sol, al viento, etc. Hay veces que los vientos desplazan a raz de suelo grandes cantidades de partículas de arena. Aquí, lo importante es verificar la visibilidad de la cantidad de arena trasladada por paleo. Se avanza a raz de superficie. La línea no se detiene a excavar. Es lo que hace la diferencia. Efectivamente, no Es un trabajo de excavació, sino de desplazamiento de superficie, de corrimiento forzado de arena salina. Debajo, siempre hay, más arena. Pero la línea de apaleadores avanza invirtiendo un esfuerzo programado, que corresponde a unos cuantos movimientos repetidos, determinados por la economía del esfuerzo humano mínimo, involucrando una especie de grado cero de la tecnología corporal.

Máximo esfuerzo, mínimo resultado.

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